lunes, 16 de marzo de 2015

La luna y sus desplantes.

El vino se bebe mejor si se sirve en copa, al igual que las victorias. Pero no me siento ganadora por muchas que me tome, ni siquiera cuando me dicen que he ganado en gracia y perdido la vergüenza.

El río siempre baja mejor descendiendo por la montaña al igual que yo me sentía mejor bajando por tu ombligo y muriendo en el atlas de tus piernas.

Y es que la luna ha dejado de tener envidia, de querer salir todas las noches y de querer tirarme piedras a la ventana. La luna ya no sonríe si solo la estoy mirando yo.

No hay más error que creerse amado solo por amar ni más acierto que amar sin condición alguna, que en el amor y la guerra todo vale. No hay reglas. Ni dudas.

Dame, por favor, un mapa que me recuerde cómo llegar a tocarte la fibra, cómo encontrar el tesoro que ocultas bajo ese caparazón querer(te) ni encontrar(te).

Que las estrellas te guíen por el camino que siempre has querido seguir. Que no se quién me creí para querer cambiar tu firmamento, tu pensamiento, o hacerte ver que el mundo podía ser diferente (y lo es)






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