viernes, 22 de mayo de 2015

El romance de Ícaro y la Luna

Ícaro se quemó por amor al Sol y la Luna siempre estaba sola en el cielo nocturno.

Por eso a la noche ella ronda a ver si mendiga algo de calor y se quita las penas.

Me cuenta que no le gusta estar sola y que cuando está muy llena alterna con las estrellas, que busca algún alféizar para meterse en cuartos ajenos y sorprender a deshora.

Y así pasa los ratos, matando los sueños y disimulando las ojeras, poniendo una media sonrisa cuando mengua y escondiéndose cada vez que se pone.

Y todo porque, aunque muchos hombres llegaron a tocarla , sólo se remuerde por una razón: Ícaro jamás quiso volar con ella

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