jueves, 3 de septiembre de 2015

Chica otoño nunca muere.

Solamente escribimos cuando estamos
tristes. Somos capaces de desmenuzar la pena, analizarla e ir digiriéndola poco a poco en forma de palabras, como si nos gustase el sabor amargo de la tristeza.

Cuando estamos bien, en cambio, no nos damos cuenta. No nos paramos a pensar en el momento que somos felices, simplemente lo somos, y ya está.

Hoy hablo desde una felicidad tremendamente satisfactoria. No es completa, porque nunca es suficiente y en mi caso la tendencia a la tristeza es algo que siempre ha ido conmigo. ("Chica otoño") Pero puedo decir que soy feliz. Muy feliz. Y creo que merecía la pena dejarlo aquí escrito porque, aunque de momento se han acabado los asuntos en vela, he pasado más de una noche sin dormir, más de un día sin comer y más de un día sin salir de casa por culpa de la felicidad.  Y lo mejor de todo es que soy más yo que nunca, con mis ojos tristes, con mi sonrisa ladeada y mi carácter agradable.

Todo gracias a mi, todo merecido por mi

"Tú estarás sin mi, yo estaré muchísimo mejor"

No hay comentarios:

Publicar un comentario