sábado, 28 de marzo de 2015

Estribillo perdido (I)

Y ahora que la luna de cuarto menguante se quita los guantes para acariciar,
la zona desde tus costillas hasta la mejilla que roza al llorar,
la lágrima de desconsuelo que cae hasta el suelo y que vuelve a brotar,
del aire que roza tu pelo y marca el revuelo de tu caminar.


Canción perdida (I)

Volver a casa con un sueño de una cerveza a destiempo,
con la resaca de un día que ha pasado sin argumentos.
Con la sangre a borbotones de no haber cerrado herida,
y con cierto malestar de una tristeza mal digerida.

La sonrisa ajustada a ocasiones especiales,
y actitud de maleante para conquistar los bares.
Que clavo mi bandera, hundo la patera de las soledades.
Aunque aún me acuerdo, si sigo bebiendo hago malabares contra tus recuerdos

Ya no seré el muñeco que acompaña el sueño cuando te apetece,
ahora seré el guru al que hacer vudú cuando tú te creces.
Y es que ya me he cansado de estar agobiado bajo tu regazo,
y que me dejes tieso, de ser ese preso de lo que no dices pero estas haciendo.


jueves, 26 de marzo de 2015

Señores de "Libertad"

Blindé mi corazón con siete cerrojos y un candado y medio. Lo transformé en hermético y apático, con cierta
tendencia a la autoflagelación.

Y cansado de sufrir y fustigarse, se reveló a la primavera, y floreció como los almendros a la luz del lorenzo. Aulló a la luna como un lobo desterrado de su manada, con cierto lamento en su quejido, pero con ganas de cambiar.

Anhela dirigir su largometraje y ser el protagonista. Entonar los versos más bonitos de toda la ciudad y caminar con las manos en los bolsillos, despacito pero con paso firme.

Y las llaves de los cerrojos y candados siguen enterradas bajo tierra, a metro y medio bajo el suelo. Como las cajas que se esconden con todos los recuerdos dentro, con ansia de que alguien algún día las encuentre y libere a ese lobo encerrado y que mime ese cerezo florecido.

Que este corazón se ha cansado de estar preso y quiere ser libre, no quiere tener dueño. Y si algún día lo llega a tener, su segundo apellido será "libertad"






miércoles, 25 de marzo de 2015

Desde la voz de la inexperiencia

Me he notado envejecer cien años en un día, y he sentido morirme durante una eternidad. Y en esta corta vida que vengo transitando, me he notado vivir lo justo y necesario.

He probado las pestes del éxito y he tenido la miel del fracaso rozándome los labios. He chillado con la boca cerrada y callado con los gritos haciendome gárgaras en la garganta.

He caminado caminos de piedras estando descalza pero no he sido capaz de disfrutar los caminos de baldosas amarillas. He jugado a contratiempo y, después, he intentado recuperarlo arañando recuerdos y fotografías en un cajón.

He añorado a quién no debía y desechado (en algunas ocasiones) a quién (probablemente) no lo merecía. He querido sin ningún tipo de premisa y lo de odiar es algo que tengo de asignatura pendiente (pero progresa adecuadamente).

He sido yo en mi más pura esencia, con mis dos lados y alterego. He apostado y he perdido, pero he jugado mis cartas de la mejor manera.

Y creo que la vida no me debe nada ni yo se lo debo a ella. En este pulso que estamos echando, de momento, va ganando. Pero prometo que a la hora de "all in", el póker lo tendré yo.






lunes, 23 de marzo de 2015

La dama del fuego

Después de esos siete terribles días con sus infinitas noches, la princesa salió de sus aposentos.
Tiró sus zapatos y los cambió por unas viejas botas.
Su vestido de boda quedó arrugado en el salón principal de palacio y fue suplido por unos arapos negros acordes con la hora del día.
Dejó que su tiara se hiciera añicos en el vestíbulo principal, y en su lugar se coronó un sombrero de punta.
Y por último, sustituyó su anillo de compromiso por una escoba con encanto especial.

Salió por la puerta de atrás sin hacer ruido, rumbo al bosque que siempre había querido investigar, que estaba situado al Oeste del que un día hubiera sido su reino. La habían advertido de que en él vivían horribles criaturas capaces de envolver el alma más pura y corromperla.

Pero ella corría de la criatura más abominable que había conocido nunca. La realidad la perseguía como un lobo a un cordero. Aunque una vez que se adentró en el bosque, fue como si hubiera entrado en lugar sagrado, y su perseguidora se frenó en seco a las puertas de la oscura frondosidad.

Se sumergió poco a poco en la espesura, y a los setenta y siete pasos encontró una hoguera, y guardándola se encontraba una mujer. Parecía joven, pero daba la sensación de que tenía a sus espaldas años de vida, tanto buena como no tanto.

No se parecían mucho ni se conocían de nada, pero una conexión hizo que la princesa se acercara al fuego. Ambas miraban la hoguera como si el encuentro no hubiera sido casual ni anómalo.

- Al fin has despertado- dijo la mujer que custodiaba las llamas, que se habían avivado levemente desde que las dos se habían reunido alrededor de ellas.

La princesa, con los ojos envueltos en lágrimas, solo acertó a asentir con la cabeza. Ambas levantaron la vista y vieron como todas las criaturas de la noche salían de la oscuridad del bosque a acompañarlas en este momento, como si llevaran muchos años esperando a que la princesa regresara.

Notablemente emocionada, la princesa se quitó el título que había llevado durante lo que ella había sentido que había sido una eternidad. Se sintió en casa. Sintió un calor que le empezó a derretir el invierno que le había calado hasta los huesos. Y la escoba se tornó al aire y el sombrero se consumió en el fuego avivando aún más las llamas.

Había comenzado el akelarre




jueves, 19 de marzo de 2015

Canto de sirena.

Oh, capitán, mí capitán, solo vine a decirle (ya que a mi nunca se me olvida) lo que jamás pude cantarle a otro marinero.

Usted fue la brújula que me marcaba el Norte.
La vela de mí barco.
El viento a favor y la marea en calma.
Todos los puertos que yo quise conquistar y todos los mares que yo quise surcar.
La brisa marina una noche de Agosto.
Mí mapa del tesoro más preciado

Fue las noches amarradas en el puerto sin salir a navegar.
Los cañonazos al aire y las peleas de sables.
Las malas noticias que llegaban en botellas por el mar.
Mí parche en el ojo y mí pata de palo.
Los sucios saqueos en la oscuridad de la madrugada.
Y la calavera de mí bandera

Y por todo esto, ahora mismo, capitán, no se ni quién es, no le reconozco en el horizonte desde mi barco. Pero siempre le recordaré, oh, mi capitán.

Mí capitán cobarde



lunes, 16 de marzo de 2015

Y que se rompa el eje de la tierra...

La realidad es frágil, y nosotros nos hacemos fuertes con cada palo que nos va dando cada vez que se rompe. Lo que un día es, al día siguiente ya no está. Y nosotros, aunque nos cueste mucho, terminamos recogiendo todos los trozos e intentamos arreglar todo el percal desastroso que tenemos en las manos. Jamás lo tiramos ni nos damos por vencidos, aunque intentemos convencernos de que "ya no podemos más". Es como cuando el fumador intenta fumarse un pitillo y se le rompe el papel, se le cae el tabaco, no le funciona el mechero...da igual. Terminará fumándose ese dichoso cigarro.

Creo que somos el único animal sobre la faz de la tierra que nos damos una segunda, tercera e infinita oportunidad a nosotros mismos. Tal vez sea porque somos los únicos afortunados de poder hacerlo. Si tuviéramos un verdadero peligro acechando nuestra vida no nos permitiríamos tantos fallos. Por eso, creo que el miedo es innecesario. No tenemos nada que temer...¿al error?. Qué más da. Siempre nos terminamos perdonando. Siempre terminamos tragando con nosotros mismos. Nunca nos rompemos, aunque nos demos mucho de sí. Somos más de mimbre que de cristal. Somos frágiles de apariencia, tanto que nos lo terminamos creyendo.

Y si te lo crees, al final te rompes.



Autorretrato (II)

Y mírala;
las ojeras que me lleva.
Con la lágrima siempre al borde del precipicio.
Ha perdido todos sus principios,
ahora se junta con cualquiera.

Lo que nunca le he dicho;
es que luce las ojeras más bonitas que he visto,
que cambiaría sus lágrimas por sonrisas,
que su precipicio tiene las vistas más bonitas.
Que su cariño vale más que cualquier vicio.

Y de un tiempo a esta parte;
entierro el hacha de guerra,
fumo la pipa de la paz,
pinto de blanco mi bandera,
me rindo, y esta vez es de verdad.






De sueños vivía esta mujer.

Ojalá te tumbes en mi pecho como si fuese arena,
que busques la brisa marina tras las nubes de mi pelo,
que mires el atardecer rojo a través de mis pupilas.

Ojalá pasees por mi espalda como si fuese un camino,
que huelas a bosque, a almizcle y a lavanda en mi perfume,
que encuentres un río entre mis piernas.

Ojalá escales por mis costillas como si fuese una montaña,
que derritas el hielo que se acumula en los hoyuelos,
que encuentres entre mis brazos el refugio del frío...

Que ojalá no conocieras tanto mundo, y te bastara tan solo conmigo.





La luna y sus desplantes.

El vino se bebe mejor si se sirve en copa, al igual que las victorias. Pero no me siento ganadora por muchas que me tome, ni siquiera cuando me dicen que he ganado en gracia y perdido la vergüenza.

El río siempre baja mejor descendiendo por la montaña al igual que yo me sentía mejor bajando por tu ombligo y muriendo en el atlas de tus piernas.

Y es que la luna ha dejado de tener envidia, de querer salir todas las noches y de querer tirarme piedras a la ventana. La luna ya no sonríe si solo la estoy mirando yo.

No hay más error que creerse amado solo por amar ni más acierto que amar sin condición alguna, que en el amor y la guerra todo vale. No hay reglas. Ni dudas.

Dame, por favor, un mapa que me recuerde cómo llegar a tocarte la fibra, cómo encontrar el tesoro que ocultas bajo ese caparazón querer(te) ni encontrar(te).

Que las estrellas te guíen por el camino que siempre has querido seguir. Que no se quién me creí para querer cambiar tu firmamento, tu pensamiento, o hacerte ver que el mundo podía ser diferente (y lo es)






Autorretrato (I)

Soy la bala en la recámara que usas para matarte por la espalda.
Soy la espada que te atraviesa cuando no vienen las musas.
Soy el aire que te dejas cuando te quedas en el intento.
Soy el último aliento cuando no te quedan fuerzas.
Soy la pupila que dilatas cuando te sorprende la rutina.
Soy la lágrima que nunca soltaste, aunque dolieran las heridas.
Soy el verso que se quedó postrado en la punta de la pluma.
Soy la rabia que poco a poco se acumula en el pecho.
Soy la nota que jamás te atreviste a rasgar.
Soy el amor que nunca te atreviste a recibir, ni mucho menos a dar.
Soy la mala del cuento, el lobo con dientes de cordero, la Caperucita que se atrevió a cruzar el lindero (y así acabó)
Soy los sueños que tuviste y que deseabas cumplir.
Soy la cobardía y el miedo que te los impidió alcanzar.

Soy todo lo tuyo, si vivo por tí. Soy todo lo tuyo, solo si hablo de mí.