He probado las pestes del éxito y he tenido la miel del fracaso rozándome los labios. He chillado con la boca cerrada y callado con los gritos haciendome gárgaras en la garganta.
He caminado caminos de piedras estando descalza pero no he sido capaz de disfrutar los caminos de baldosas amarillas. He jugado a contratiempo y, después, he intentado recuperarlo arañando recuerdos y fotografías en un cajón.
He añorado a quién no debía y desechado (en algunas ocasiones) a quién (probablemente) no lo merecía. He querido sin ningún tipo de premisa y lo de odiar es algo que tengo de asignatura pendiente (pero progresa adecuadamente).
He sido yo en mi más pura esencia, con mis dos lados y alterego. He apostado y he perdido, pero he jugado mis cartas de la mejor manera.
Y creo que la vida no me debe nada ni yo se lo debo a ella. En este pulso que estamos echando, de momento, va ganando. Pero prometo que a la hora de "all in", el póker lo tendré yo.
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